En la nueva serie de posts que os anuncié el otro día, recupero un post antiguo, pero que me parece que merece inaugurar mis reflexiones esta comparación sencilla: ¿Te imaginas qué pasaría si tratásemos a la Biblia como a nuestro teléfono móvil?
Y aunque no soy de los muy apegados al móvil (antes de que los conocidos me pongan verde diciendo que yo nunca lo cojo), me puse a pensar qué ocurriría si fuese así:
- Siempre llevaríamos la Biblia con nosotros.
- Incluso daríamos la vuelta para buscarla cuando se nos olvidase en casa.
- A lo largo del día, le echaríamos un vistazo cada poco tiempo, para ver si todo está en orden.
- Nos sentiríamos como si no pudiésemos vivir sin ella.
- La usaríamos para mandar mensajitos a nuestros amigos, acompañarlos y ayudarles.
- Sería una ilusión para los padres poder regalársela a los hijos. Y para los hijos poder enseñársela a los amigos.
- No viajaríamos sin ella.
- Nos daría una sensación de seguridad y protección en caso de emergencia.
Tendría además, varias ventajas... que la Biblia nunca está fuera de cobertura y siempre está disponible, funciona en cualquier lugar. No necesitamos recargar sus baterías, porque está cargada siempre. Además, su saldo es para toda la vida, para esta y para la eterna.
Releer continuamente la Palabra puede ser una buena opción para todos en nuestra vida.
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