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sábado, 1 de diciembre de 2012

Casablanca (VII): De cómo se escribe la historia (o del comienzo del Adviento)


El final de Casablanca, si no lo supiésemos ya, es uno de los finales considerados más imprevisibles de la historia del cine. Cuentan que nadie podía presentirlo, entre otras cosas porque ni siquiera estaba definido cuando comenzó el rodaje de la película, ya que los guiones se escribían y reescribían continuamente. 
Dicen que Bergman no sabía bien de quién tenía que estar enamorada y que Bogart se irritaba por no conocer el desenlace. La película ganó el oscar al mejor guión, a pesar del gran número de escritores involucrados o tal vez precisamente por ello, que desde distintas visiones consiguieron un drama bien encajado y curiosamente optimista, una historia de vidas reales (hay quien las critica porque son demasiado positivas, curioso planteamiento en este mundo que disfruta en la tragedia). 


Pues a mí me encanta que las historias se vayan escribiendo, y que el final feliz sea siempre una esperanza, aunque aún sea un final desconocido.
- ¿Puedo contarte una historia?
- ¿Tiene un final feliz?
- Aún no sé qué final tendrá
- Tal vez se te ocurra mientras la vas contando

Sin complicarme mucho, ahora que comienza el tiempo de Adviento, me parece que esta reflexión encaja perfectamente.
Me gusta ver la complejidad de la historia, y pienso si el mejor guión de nuestras vidas, de nuestras historia, no es precisamente el que vamos escribiendo continuamente... A veces queremos tenerlo todo decidido, de modo claro y concreto, y nos olvidamos de que posiblemente lo mejor de nuestra historia está por venir y que tenemos que dejar a todos los guionistas de nuestra vida -el principal somos cada uno de nosotros- y al Buen Director, que vayan componiendo nuestra vida...
“Sigue siendo una historia sin final”

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