Y es que Rick no dice nunca ni “tócala otra vez, Sam”, ni se despide de Ilsa diciendo “siempre nos quedará París”.
Rick e Ilsa dirán simplemente "Tócala, Sam" (Será Woody Allen, en 1972, quien dirá "Tócala otra vez, Sam" en "Sueños de un seductor", en la que el protagonista recibe consejos para conquistar mujeres de parte de un imaginario Humphrey Bogart).
Y en su despedida, dirá: "Siempre tendremos París". Estas dos frases modificadas me han hecho pensar en que lo importante de nuestra vida no debe estar atado a una letra.
Ojalá en mi vida haya gestos, modos, decisiones firmes que hagan que nuestra actitud sea fácil de reconocer... aunque la frase no sea literal. Algo así es lo que le ocurrió a Casablanca. Ya me gustaría ser tan coherente. Así, tal vez las frases más famosas -aún dichas de otro modo- encajen bien en mi vida.
Al mismo tiempo, que esas frases tan llenas de significado, aparecen las frases más sencillas que hacen de una historia una historia preciosa. Las cosas más pequeñas y más sencillas van marcando nuestras vidas y también en ellas podemos jugarnos nuestra coherencia y nuestra personalidad... una canción, un recuerdo, lo firme de nuestra memoria débil y lo que se abre a la imaginación de los demás, a lo que los otros añaden a nuestro modo de pensar.
No sé quién comprenderá esta reflexión, pero me impresiona ver Casablanca en blanco y negro y comprender el recuerdo en color de Rick:
“Los alemanes iban de gris y tú ibas vestida de azul”.
P.D. Volveré a hablar de esto, por si alguien no me sigue... es una intuición nueva, creo.
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