De Casablanca me sigue encantando el corazón noble de los personajes, la búsqueda de una felicidad, en medio de la catástrofe, el dolor del desamor y la fidelidad a la virtud. Me impresiona un drama, donde el bien y el amor surgen en medio de las dificultades y los conflictos.
“El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”.
En el flashback parisino que cuenta la historia de Rick e Ilsa, cuando en medio de la angustia que anuncia la ocupación alemana, ella sólo dice “Quiero que sepas que...” y los dos se besan, como en un anuncio precioso. Una frase de dolor interrumpida por un beso, me parece el signo precioso de ver cómo el bien emerge en medio del mal.
Es posible que fuese propaganda norteamericana para apoyar la intervención de las tropas en África, pero no viene mal seguir recordando el ideal de la lucha por un ideal, de la lucha por la justicia... ¿quién no se emociona cuando el canto de libertad de La Marsellesa que se impone en el café de Rick sobre el canto tirano nazi? Impresiona ver cómo el garito rompe en fiesta por la búsqueda de justicia... (y una magnífica transición a la música de odios, rencores y venganzas en los pasos del oficial alemán que manda cerrar el café).
Pues sí, da gusto, en estos tiempos volver a recordar ideales capaces de mover una vida, y por los que merece la pena el sacrificio.
En un momento de la película, Rick le pregunta a Laszlo:
"¿Has pensado alguna vez si merece la pena tanto sacrificio por tu causa?"
Es una pregunta actual, una pregunta que muchos ni siquiera se hacen, porque no siempre tenemos una causa, porque no siempre tenemos un ideal. Sin embargo yo sigo pensando que hay muchas cosas que merecen la pena, el amor, la justicia, lo bueno... y por eso merece la pena sacrificarse. No está mal que el cine nos lo recuerde.
Víctor Laszlo le responde:
“No respire y morirá, no combata el mal y morirá el mundo”.
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